jueves, 5 de junio de 2008

El valor de lo insignificante


Por qué tenemos que aprender toda esa porquería? De todas las quejas y cuestionamientos de alumnos que he oído durante mis años en el aula, ésta es la más frecuente. Quiero responderla relatando la siguiente leyenda:"Una noche, un grupo de nómadas se aprestaba a retirarse a descansar, cuando de repente los rodeo una gran luz. Comprendieron que estaban en presencia de un ser celestial. Con gran ansiedad, esperaban un mensaje muy importante que sabían habría de ser especial para ellos. Finalmente, la voz hablo: "Junten todos los guijarros que puedan. Pónganlos en sus alforjas. Viajen todo el día , mañana, a la noche los hallará contentos y los hallará tristes."Después de despedirse, los nómadas compartieron su decepción y su emoción. Esperaban la revelación de una gran verdad universal que les permitiera generar riqueza, salud y propósito en el mundo. Pero lo que habían recibido, en cambio, era una tarea insignificante que no tenía sentido alguno para ellos. No obstante, el recuerdo de la luminosidad del visitante hizo que cada uno recogiera algunos guijarros y los depositara en sus alforjas, sin dejar de expresar su descontento. Viajaron durante todo el día, y esa noche, mientras armaban el campamento, revisaron sus alforjas y descubrieron que cada guijarro recogido se había convertido en un diamante. Estaban contentos por tener diamantes. Estaban tristes por no haber juntado más guijarros. Una experiencia que tuve con un alumno, al que llamaré Adrián, cuando iniciaba una carrera docente, me hizo ver con toda claridad cuánta verdad había en esta leyenda. Cuando Adrián estaba en segundo año, era sobresaliente en "problemas" y bueno en "expulsiones". Había estudiado para ser pendenciero y estaba haciendo su doctorado en "robo". Todos los días, yo hacía que mis alumnos memorizaran una cita de un gran pensador. Al pasar lista, empezaba una cita. Para figurar como presente, se suponía que el alumno debía completarla. "El único fracaso consiste... ...en no seguir intentando. Así, para fin de año, mis jóvenes pupilos habían memorizado ciento cincuenta grandes pensamientos. "Si crees que puedes o si crees que no puedes; de las dos maneras tienes razón"."Si puedes ver los obstáculos, significa que apartaste los ojos de la meta"."Un cínico es alguien que conoce el precio de todo y no sabe el valor de nada".Y, naturalmente: "Si puedes concebirlo y creerlo, puedes lograrlo", de Napoleón Hill. Nadie se quejaba de la rutina diaria como Adrián... Hasta el día que fue expulsado y perdí contacto con él durante cinco años. Un día paso por el colegio. Estaba en un programa especial en uno de los institutos de formación profesional de los alrededores y acababa de salir en libertad condicional. Me contó que, después de haber estado en la cárcel de menores y de haber sido expulsado de la División Juvenil por su mala conducta, se sentía tan disgustado consigo mismo que había tomado unas hojas de afeitar y se había cortado las venas.
Y sabe lo que paso, señor ? Acostado ahí en el suelo mientras se me iba la vida, recordé de pronto aquella cita tonta que un día usted me hizo escribir veinte veces: "El único fracaso consiste en no seguir intentando". En ese momento me di cuenta. Mientras siguiera vivo, no era un fracaso, pero si me dejaba morir, casi con seguridad moriría siendo un fracaso. Entonces, con la fuerza que me quedaba, pedí ayuda y empecé una nueva vida. En el momento que la oyó, la cita era un guijarro. Cuando necesito dirección en un momento de crisis, se convirtió en diamante. Por eso les digo: junten todos los guijarros que puedan y podrán contar con un futuro lleno de diamantes"